Dolor en el parto

dolorpartoEl Parto y Nacimiento es la experiencia más profunda, vital, intensa y emotiva en la vida de la mujer.

No hay otra experiencia tan fuerte, emocionante y de unidad con alguien, como la relación entre madre e hijo.

Estamos anclados a nuestro Parto y Nacimiento, lo que determina, “programa” gran parte de lo que somos.

Sin embargo, muchas veces esta experiencia es dañada por el miedo, la ansiedad y la tremenda presión de los que rodean a la mujer durante el Parto y Nacimiento.

El dolor es parte de la fisiología del parto y el nacimiento.

Tiene una función y un sentido que beneficia a la madre y al hijo.

El dolor más intenso se produce durante las contracciones, las que son provocadas por una hormona llamada oxitocina.

La oxitocina tiene también otros efectos, y es conocida como la hormona del amor, porque actúa sobre el cerebro ayudando a sentirse en unión con otros, y ayuda a liberar otras hormonas que hacen sentirse bien y disminuyen el dolor (produciéndose “analgesia” en forma natural), como las endorfinas.

Madre e hijo viven juntos las contracciones y sus molestias, y en respuesta buscan las mejores posiciones y movimientos, y liberan varias sustancias y hormonas (adrenalina, prostaglandinas, endorfinas, oxitocina, etc.). Estas sustancias apuran, demoran o intensifican las contracciones, de manera que madre e hijo participan en el mecanismo del dolor, y en el avance del trabajo de parto, de acuerdo con lo que están sintiendo.

El dolor físico de las contracciones se asocia con el dolor emocional de la separación que ocurrirá con el hijo al nacer.

Sentirlo, asumirlo, darle un sentido y acogerlo, ayuda a culminar esta separación y aceptar plenamente el momento después, disminuyendo las depresiones post parto, aumentando la fuerza personal, y dándose una oportunidad única de curar traumas anteriores.

El dolor del trabajo de parto estimula también la energía sexual, y bien conducido puede ayudar a alcanzar una sexualidad más madura.

El proceso es trascendental para la mujer, las alteraciones llevan a experiencias traumáticas.

El dolor es fisiológico ¡el sufrimiento no!

Muchas veces durante el parto, el dolor pierde su sentido y se transforma en una tortura sin utilidad ninguna.

Esto ocurre especialmente cuando la mujer no puede reaccionar al dolor, como cuando no se puede mover, o se siente sola y sin apoyo, o siente la presión de su pareja o familiares, no encuentra su propio ritmo entre contracción y pausa, o no consigue conectarse con su hijo en ambientes desfavorables (ruido, gritos, exceso de gente, etc.) que hacen aparecer miedos y angustias.

Las intervenciones médicas como tactos vaginales, amniotomías (romper la bolsa), inducciones o aceleraciones del parto (sueros), pueden agregar dolores que descontrolan el proceso.

Frente al dolor…

Para que el dolor no se transforme en sufrimiento se debe favorecer las condiciones que permiten a la mujer y su hijo vivir su parto y nacimiento respetando la fisiología (la naturaleza) de la mujer.

Un ambiente positivo de Acogida, Protección y Seguridad, en un lugar agradable y conocido, sin interrupciones, con las personas adecuadas, hace disminuir el dolor, tolerarlo mejor y hacerlo un aliado.

Debe considerarse la privacidad como un elemento muy importante, y evitarse todo estímulo que distraiga a la mujer del delicado proceso que está viviendo (música, conversaciones, ruidos no deseados, etc.)

Permitir el libre movimiento y expresión de la mujer, sin alterar su propio ritmo personal, y brindarle ayuda, apoyo y calor humano en cada momento, tanto del equipo de salud como de la pareja.

Preferir medios no farmacológicos para tolerar el dolor, recomendados por la Organización Mundial de la Salud, como caminar, cambiar de postura, el balón kinésico, los masajes y el agua temperada.

La inmersión en agua a aproximadamente 37 grados Celsius es el medio no farmacológico para tolerar el dolor, de mayor relevancia, cuyo uso está avalado por la evidencia científica, nivel A.

ANESTESIA EN EL PARTO NORMAL:

Por diferentes motivos muchas madres y sus familiares solicitan anestesia para el dolor del parto.

La anestesia daña la fisiología del parto y daña el apego.

Todos los medicamentos para el dolor (analgésico o anestésico) tienen un potencial riesgo para la madre o el feto, alteran la fisiología normal del parto o nacimiento, y aumentan los partos operatorios (cesáreas y fórceps).

¡No hay medicamentos seguros!

La anestesia más usada es la anestesia peridural que adormece el cuerpo desde la cintura hacia abajo y hace desaparecer el dolor.

Al colocar anestesia peridural la mujer no puede caminar o moverse y deberán controlarse los latidos del niño(a) con un monitor (con unas correas que se amarran a la “guatita” de la madre). Debe además ponerse un suero en una vena, para administrar oxitocina artificial para producir contracciones.

Al dejar de sentir las contracciones, la mujer pierde conexión con su cuerpo y con su hijo.

La oxitocina artificial no produce efectos sobre el cerebro como la oxitocina natural, por lo que también se pierde parte del estimulo para mantenerse en unión permanente con el hijo o la sensación de bienestar que producen las hormonas naturales como son las endorfinas.

El parto será necesario tenerlo acostada en la camilla, y al no sentir el pujo, la matrona o el médico (y no la mujer) deciden cuando se puja.

Las madres que han usado peridural interrumpen la producción natural de hormonas, las que alcanzan menores niveles que en un parto sin anestesia, además es muy importante mencionar que la oxitocina natural protege el cerebro del recién nacido(a) de los traumas hipóxicos del parto y nacimiento. Al nacer, madre e hijo no estarán tan bien preparados y en sintonía para iniciar el apego y la lactancia, y los problemas para dar pecho a sus hijos serán más frecuentes.

Bajo el efecto de las hormonas generadas durante las contracciones, se asegura un encuentro de Éxtasis, Alegría y Amor, sentimientos y vivencias sobre las cuales se establece el apego, clave para las relaciones futuras de afecto que desarrolla el individuo en su vida.

Los niños que tienen la oportunidad de vivir plenamente el apego al nacer, se adaptan mejor, tienen menos problemas en los primeros días (como regulación de temperatura, hipoglicemia, ictericia, etc.), y una mejor lactancia, que se inicia más precozmente y es más prolongada. En los meses siguientes tendrán menos enfermedades, y un desarrollo sicomotor mejor. En lo sicológico, el niño(a) desarrolla una autoestima positiva, identidad integrada, mejor rendimiento educacional, mayor empatía, capacidad para enfrentar el estrés y un adecuado desarrollo social.

El trabajo de parto es un trabajo de dos: madre e hijo. La oxitocina (la hormona del amor) liberada en cada contracción les ayuda a sentirse unidos y mancomunados, ambos responden juntos.

La mujer que se siente en unión con su hijo por nacer, se abre emocionalmente. Deja fluir la sabiduría de su cuerpo, confiando en la energía biológica, y descubre el ritmo íntimo en comunicación interior con su hijo(a).

El dolor adquiere sentido y se puede tolerar.

El trabajo conjunto, en coordinación y armonía, prepara el nacimiento, cuando todas las sustancias liberadas en la sangre de ambos (oxitocina, adrenalina, ACTH, prolactina: hormona de la ternura y lactancia, etc.) alcancen las dosis y mezclas adecuadas que favorecen el apego entre la madre y el niño.

Sin embargo nuestro deber es asistir a la mujer y en situaciones disponer y usar todos los recursos disponibles.

No farmacológicos en primer lugar y farmacológicos, para el mejor resultado del parto y nacimiento, con las madres informadas quienes serán finalmente quiénes decidan.